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Discurso alusivo al Día de la Familia Naval y a la Mujer del Hombre de Mar

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Discurso alusivo al Día de la Familia Naval y a la mujer del hombre de mar

Es un privilegio para mí dirigirme a ustedes y en especial a las chilenas presentes para hacer, en esta ocasión, un sincero homenaje a aquellas mujeres que están relacionadas con el mar y la Familia Naval:

Por un parte, manifestar el importante rol que juegan las mujeres en la vida de los hombres que tienen en el Océano la razón de ser y el por qué estamos hoy frente al monumento de la “Mujer del Hombre de Mar”.

En segundo lugar, les hablaré de una mujer que bien se merece este homenaje, una mujer con rol de esposa de marino, quien vivió en soledad, mientras su esposo se encontraba fuera del hogar, y como, al igual que la mujer de este monumento, representa la esperanza del retorno del amado al hogar, ella es doña Carmela Carvajal de Prat.

Y por último, el matrimonio de Carmela y como ella vivió con su marido una vida plena, llena de ilusiones y amor; alegrías y sufrimientos; separaciones y esperanzas del reencuentro, un matrimonio que, para la Armada de Chile, dio origen al día de la familia naval.

El monumento “a la mujer del hombre de mar” fue inaugurado en una ceremonia realizada el jueves 16 de octubre de 2014, como homenaje a estas mujeres tan especiales. En esa oportunidad El presidente de liga marítima de Chile, Contraalmirante, Sr. Eri Solís Oyarzún hizo entrega del monumento a la ciudad de Valparaíso en la persona de su alcalde, Sr. Jorge Castro Muñoz. Estuvieron presentes delegaciones de la Armada Nacional, de la Escuela de Tripulantes de Valparaíso, asistentes a la vigésima octava asamblea de la federación internacional de ligas marítimas, socios y directores de la Liga Marítima de Chile, autoridades del Congreso de Nacional e invitadas especiales.

El Hombre de mar somos quienes hacemos del mar nuestra vida: pescadores, marinos, portuarios, todos quienes trabajamos desde los muelles, astilleros, artefactos navales, remolcadores, pesqueros, embarcaciones artesanales, naves mercantes o buques de la armada, todos nosotros que dejamos a una mujer con la esperanza siempre de volver.

Este homenaje era una necesidad de nosotros, los hombres de mar, de reconocer a nuestras queridas mujeres y, perdón, más que reconocer, agradecer, ya que sin ellas nosotros no podríamos ir al mar a cumplir con nuestro trabajo, ya sea como pescadores dedicados a sacar de él el pan de cada día o como marinos que dedican su vida a proteger la soberanía de los territorios, con los riesgos ocupacionales que conlleva la profesión de un hombre de guerra.

Son estas mujeres, quienes en nuestra ausencia cuidan lo más preciado para el Hombre de Mar, los hijos, nuestras familias, nuestros hogares. Son ellas quienes se desvelan en las tormentas o en los periodos de guerra, y con una esperanza silenciosa, ruegan el regreso del hombre al hogar.

1.- Carmela Carvajal de Prat. Quiero comenzar mi homenaje a las mujeres del hombre de mar en la persona de doña Carmela Carvajal de Prat. Pero no puedo partir sin mencionar la carta escrita por ella al Almirante Grau, Comandante de Huáscar, en Agosto de 1879, como agradecimiento por enviarle la espada de su esposo…

“Tengo la conciencia de que el distinguido jefe que, arrostrando el furor de innobles pasiones sobreexcitadas por la guerra, tiene hoy el valor, cuando aún palpitan los recuerdos de Iquique, de asociarse a mi duelo y de poner muy alto el nombre y la conducta de mi esposo en esa jornada, y que tiene aún el más raro valor de desprenderse de un valioso trofeo, poniendo en mis manos una espada que ha cobrado un precio extraordinario por el hecho mismo de nunca haber sido jamás rendida”.

Estas palabras escritas con profundo dolor muestran el temple de esta mujer de mar, que sin lugar a dudas fue desarrollado a lo largo de su vida, desde su niñez hasta la muerte de su amado Arturo.

Carmela Carvajal Briones, era una muchacha joven y bella, nació en la ciudad de Quillota el 16 de Julio de 1851. Quedó huérfana a los 11 años de padre Don Diego Carvajal y Zárate y madre doña Marta Briones Inzunza. Su tutor fue su hermano José Jesús, quien se casó con Concepción Chacón Barrios, tía de Arturo Prat. Es por esta razón que pasó a ser una pariente lejana de los Prat Chacón y, es así como, desde joven ella, conoció al cadete Prat.

A los 16 años, le envió una tarjeta de felicitaciones a Arturo, por la participación en el Combate de Papudo, diciendo: “Al vencedor de la Covadonga, felicidad”. Partía entonces el romance, luego un noviazgo con intercambio de retratos y regalos, terminando con un matrimonio celebrado el 5 de Mayo de 1873, en la parroquia del Espíritu Santo de Valparaíso, cuando ella tenía 21 años y él 25. Esta importante fecha es anualmente conmemorada por la Armada de Chile, como el día de la familia Naval, tomando a este matrimonio como ejemplo de vida familiar.

Como buen matrimonio naval, Carmela debió soportar largas ausencias. A sólo dos meses de casados, Arturo debió partir rumbo a Mejillones, para embarcarse en la Esmeralda. En esta separación, hubo muchos intercambios de cartas en donde el Oficial naval, explicitaba el sincero amor que lo había llevado a unirse a su mujer.

Regresa a su amada Carmela tres meses después y ella ya estaba embarazada de Carmela Concepción, quien nació en marzo del año 1874. Lamentablemente, era una niña de contextura frágil.

A los pocos meses vuelve a una nueva misión, esta vez sirviendo en la Corbeta Abtao. Carmela en sus cartas le explica a Arturo, lo angustiada que estaba por la cada vez más deteriorada salud de su hija.

Valparaíso, diciembre de 1874. Arturo de mi corazón: Nuestro querido angelito sigue mal, muy mal; siento que mi corazón desfallece de dolor y tú no estás para sostenerle... No desesperes mi bien, Piensa en tu Carmela”.

Diciembre 13, 9.00 PM. Carmela mía: Acabo de recibir tu carta que me ha partido el corazón, no siendo infundados los temores que por las continuas recaídas abrigaba mi corazón, sin embargo, aunque el corazón preñado de lágrimas y de dolor, no desespero, Dios salvará nuestro primer hijo, el fruto de nuestro amor, nuestra adorada hijita...... No tengo calma, bien mío, para escribirte más. Dios nos tenga de su mano. Arturo”.

Carmela Concepción muere mientras él está afuera del hogar y es sepultada, sin la presencia de su padre; asumiendo Carmela solitariamente su dolor.

Arturo llega dos meses después, por lo que viven el dolor más fuerte que unos padres pueden sentir, la pérdida de un hijo. Pero lejos de separarlos, este profundo dolor aumentó su unión matrimonial.

El 11 de Septiembre de 1876, a casi dos años de la muerte de su hija, la alegría volvió con el nacimiento de Blanca Estela y dos años más tarde, el 29 de diciembre de 1878, nació Arturo Héctor. Para este nacimiento, el padre se encontraba en una comisión como agente confidencial en Montevideo.

Sin lugar a dudas, por lo anteriormente narrado, Carmela fue una persona que supo honrar a la mujer del hombre de mar; los dolores de su infancia y los dolores de madre, le permitieron fortalecerse para afrontar la separación definitiva con su marido, ese glorioso 21 de Mayo de 1879. Pero claramente, el haber tenido en pocos años, un amor verdadero con su amado esposo, le brindó la tranquilidad para salir adelante y alimentar su eterno amor, fue viuda a los 27 años, no se volvió a casar, muriendo a los 80 años.

El recuerdo de su amado Arturo como un hombre cuidadoso de su persona y de su casa; cariñoso con sus padres e hijos, le otorgaron la fuerza necesaria para vivir 53 años viuda transmitiendo el legado moral de su marido a toda su familia. Ella decía: “si como hijo amante, nada dejaba que desear, como esposo y como padre puedo asegurarle que fue un modelo de ternura. Quería compartir conmigo hasta los más íntimos cuidados de familia… quien lo hubiera visto en el seno de su familia, tratando de alivianarme, en lo posible, el cuidado de los que él llamaba sus tiernos ángeles, no habría podido reconocer en él, el marino austero y el jefe estricto…

Como lo manifestaba Carmela posteriormente, Arturo tenía gran confianza en Dios y la esperanza segura de una vida mejor. Así que jamás se abatía con los reveses de la vida. En esa convicción siempre me repetía: “Dios nos guía y lo que sucede es siempre lo mejor que puede suceder”.

Sin lugar a dudas fue un matrimonio virtuoso, la fortaleza, la esperanza, la prudencia y la fe en Dios, marcaron su vida matrimonial. Esta es la génesis del día de la familia naval. La concepción de este día, fue bajo la premisa de fortalecer uno de los pilares fundamentales de la vida castrense: la familia. Y que mejor que honrando la familia Prat Carvajal, como un legado digno de ser recordado, admirado e imitado.

La mujer del hombre de mar, madre, esposa, custodia del hogar, tal como lo fuera Carmela Carvajal, espera pacientemente el feliz retorno de su hombre, quien, a su vez, durante el tráfago de la navegación, recuerda la viva imagen de la mujer que con gran ternura y abnegación, cuida los frutos de su amor.

Es la mujer del hombre de mar, quien, cuando el hombre enfrenta la grandiosidad de la mar océano, trabaja y a su vez asume con gran esfuerzo la conducción del hogar.

Es la mujer del hombre de mar, quien, con templanza y gran fortaleza, enfrentará la vida si su hombre, producto de las vicisitudes y misterios de la vida, altera el rumbo hacia el elíseo, lugar donde solo los virtuosos y bravos han de pasar la eternidad.

Es por estas razones, que en la sesión del 18 de diciembre del año 2008, la honorable Cámara de Diputados del Congreso Nacional, autorizó erigir el monumento a “La Mujer del Hombre de Mar”, iniciativa impulsada por la Liga Marítima de Chile”, la moción del entonces Diputado Sr. Francisco Chahuán y la obra de la Artista Sra. Anni Venturini, la que fue emplazada, y con justa razón, en esta plaza, la Plaza Carmela Carvajal.

La expresión de la mujer del hombre de mar, la obra hecha arte, plasma esencialmente el sentimiento que rodea a ésta, no se sabe si lo despide o si lo recibe, pero si se puede tener la certeza de algo, algo de mayor implicancia, más que una despedida o bienvenida, algo inconmensurable, el inmenso amor que ella tiene a su hombre, para aquel que; y ahora cito una parte del fundamento de esta magnífica obra, “existirá siempre una poderosa luz, que cual faro emplazado en algún punto de nuestro litoral, indica la senda del retorno al hogar, donde reina con toda su majestad, la mujer del Hombre de Mar”.

Muchas gracias.

CN Alfonso PEREZ-CANTO Navarro
Jefe del Departamento de Bienestar Social de la 1ra Zona Naval.
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